Un barco a la deriva
zozobraba en altamar,
había sido abandonado,
sin brújula y sin capitán.
Las sirenas le regalaban,
su canto angelical,
nada podían hacer,
lo veían zozobrar.
Querian entretenerle,
los delfines al rodearle,
le querían proteger,
más no sabían como atarle.
Sin embargo a lo lejos
un tiburón asechaba,
esperaba su hundimiento.
parecía que aquel barco,
para el, era ya muy suculento.
Somos como el tiburón,
al asecho del desdichado,
y provecho a las desgracias,
cuanto podemos sacamos.
Cuando debería de tendérsele la mano,
al ser humano en desgracia. . . .
lo pisamos. . y de paso hasta lo despreciamos!!