poema de los otros sal en la mirada

El poema de los otros llueve sal en la mirada
Impasible de poetas, tiempos y nostalgias. El poema de los otros viaja al azul marino,
costa cercana a otros poetas,
donde pululan llagas dolientes y exiladas.
El poema de los otros, se desliza
por oscuras memorias. Allí duermen las
almas en desvelo, sábanas blancas, espumas,
claridad, entristecidos pasos,
resaca y extravío, renuncia, eterno desalojo y recuerdos perdidos.
No quiero doler en poemas de otros,
poetas ajenos. Prefiero sentir. Alegría
se esparce sin penas ni silencios.
Aquel otro dolor que una vez no se escribió.
El poema, canto, sueño, esperanza
fuego, ojos de otros convirtió en desamor
Ahora es verso breve, lágrima eterna
juntos. Bocas de mar alguna vez cantó.
Flamean banderas en barcos ajenos
con versos de otros, indiferentes,
rondas y canciones.
Vienen y van. Preñadas ilusiones, azul y sal.
Nostalgia no lee poema de los otros,
con acuciosa delicadeza,
siente cada verso transitorio y poco usual.
¡Cuántas veces duele junto al mar!
No sabe de muertes,
se arrodilla frente a la palabra ajena
y en sus manos lleva ramos
de voces infinitas, perdidas en el espanto.
¡Cuántas veces canta y reza con palabras deshechas!
Hojas sus oraciones, versos desquiciados.
No quiero doler más en el poema de otros
aquel otro poema que una vez no se escribió.
¡Busco el poema con cantos y olores libertarios!
Aquel fuego de otras voces. Esclavas.
Pobladas. Ahora es verso breve, lágrima eterna
de olores de otros tiempos,
hinchados de gloria doliente en sus reveses,
quemados de sol.
El mar estaba entonces
tan lleno de virtudes
que Neruda cuántas veces su pintura cantó.
Salmerón doliente abrazó sus ilusiones
sobre el azul sereno lleno de esplendor.
El poema de los otros marcha hasta la orilla
de algún mar encantado repleto de dolor
lo siento por las noches de enrejadas estrellas
Le cantar al dolor, a barcos
perdidos en negruras y manglares.
Culpables no son los viajeros infinitos
Son olas que braman
en selvas de Gerbasi
florece el recuerdo, la imagen, aquel padre
y una vieja aldea de nubes y caracolas.
Los mares que se cruzan con la fiebre de los ríos
con llagas, espantos, sonidos y silencio,
renacen cada mañana, en despertar de otras auroras
y vuelan por las cumbres con lejanías y nieblas.
El verso de los otros se parece a la palabra
ausente de horizontes por su vasta extensión.
Se posa desde entonces sobre alas del velero,
sobre verdor intenso. Selvas encanto. Son poemas que se cargan con olor a tierra
en el cuarto del pobre
la lluvia sobre la tierra
Y se abrazan a la vida en cada atardecer
Poemas que se escuchan sobre montañas y ríos
ecos de cristofué y cocotales al viento.
El poema de los otros trae sal a mis ojos...