Hay poemas que se escriben
con sangre, más que con tinta,
con lágrimas de los ojos,
con sufrimiento y dolor.
Hay poemas que los dicta,
no la suave inspiración,
sino la desilusión,
la cruel desesperación,
la tristeza, siempre invicta,
que anida en el corazón.
Hay poemas que se escriben
con sangre de las arterias,
porque hablan de cosas serias
que nos hieren y lastiman;
hay poemas que se estiman
con especial emoción.
Esos son mis favoritos:
esos poemas benditos
que han brotado de mi sangre
y de mi propio sudor;
pues, cuando fueron escritos,
lo fueron -- con gran fervor.-