Indagando el secreto de la vida
me perdía en el pulso de las horas,
esperando del tiempo la partida,
meditando en silencio, siempre a solas... 
Con el alma aferrada a un sentimiento,
tratando de vencer mi desventura,
intentando guardar el pensamiento,
lavándolo de sombras y de dudas... 
Creyendo que no habría en mi existencia
sentimiento mayor, ni desamor.
Que fuese mi motivo indiferencia
y mi hálito de vida un gran Amor... 
Que se quedó dormido en el pasado,
volcán de nieve eterna revestido.
Aquel que en su pasión me había olvidado
y dejó mi sentir mustio y herido... 
Mas cuando ya corre el tiempo,
se vá llegando el olvido...
Cuando vence el pensamiento
ya el Amor no es cruel castigo... 
Puede olvidarse el dolor
si el alma se lo propone.
No habrá un corazón sin calma
cuando la razón se impone...