Cierro mis ojos y siento tus manos,
suaves como alas de paloma,
rozando mi piel que arde.
Tus caricias. tu delicado roce.
Tus palabras susurrandome al oido.
Tus besos humedos de deseo calidos.
que van inflamando mi alma,
llenandola de la estatica del alto voltaje.
Saltan chispas entre nosotros
cuando asi nos encuentra la tarde.
Yo tumbado en la cama,
rodeado de flores y velas que arden,
y tu a mi lado amandome,
recorriendo cada milimetro de mi
hasta llegar al caliz sagrado,
donde mi sangre arde.
Y me tomas entre tus brazos,
acallas mis ruegos con un beso
profundo en los labios, apasionado.
Y tu cuerpo sobre el mio,
y tus manos torturando,
dulce tortura,
tus pechos hinchados.
Y mi miembro taladrando,
perforando tus entrañas, dominando.
La locura, el extasis,
la pasion que nos desborda,
el delirio que me embarga,
tu sentido de la dulzura
al tener mi cuerpo dominado.
Nuestros cuerpos sudorosos,
brillantes a la luz de las velas,
el perfume del incienso,
el roce de nuestros cuerpos sobre la sutil seda.
Tu fuego que busca mi llama,
mi ardor que busca sucumbir a
tu surtidor de vida.
cuando estalla del todo,
Y cuando todo se calma,
entre suspiros lentos y jadeos hondos,
cuando mi corazon estalla,
me gusta que reposes tu cabeza en mi pecho,
sentir como se apacigua tu alma
y dejar que nuestros cuerpos
cansados del fragor de la batalla,
recuperen el aliento
para seguir amandonos
con la dulzura de dos almas enamoradas.
oscar goytia