10 años / 10 años

10 años han pasado.

A dónde he avanzado?

Qué he logrado?

Estoy conforme con la vida que tengo?

Estoy en paz con lo que soy?

No duermo en paz de solo pensar como conscientemente desperdicio mi vida, mis oportunidades.

Esta angustia en el pecho por verme más viejo y sin llegar a nada, tanto anhelar, tanto soñar y es más el miedo a caer que no me deja dar un paso.

Prefiero quedarme en mi zona de confort, donde finjo ser quien todos esperan que sea y al mirarme al espejo no hay ni un perdedor porque ese al menos lo intentó, pero yo? Yo qué?.

10 años en las mismas circunstancias, en el mismo lugar. Viviendo del disfrute ahora, pague después.

Así he pasado tantos días.

Es difícil empezar cada mañana, despertarme, salir de la cama y luchar contra mi desidia, contra todo ese conformismo. A veces he pensado que es mejor apagar la luz, no despertar.

Hoy al fin decidí salir, solo espero que mañana las ganas que tengo hoy no se hayan esfumado.


Pd: Siempre existe un “como “si hay un “por qué “


10 años ya han pasado desde que subí aquel avión, corazón roto, miedos y ganas de dejar de ser aquel niño que lastiman a voluntad.

Ya sin orgullo, con ganas de probar, equivocarme. Sin ningún dulce recuerdo.

Así fue mi primer día de clases en este nuevo lugar, en esta nueva ciudad, sin nada que perder, mucho que demostrar.

Ya no buscaba caricias, ni amores, mi vida pasada no me dejó recompensas. Aquí estaba por algo más que un beso y unas cuantas monedas. 

Mi ambición me llevó a mirar con el sexo, a nublar mi corazón, poco a poco olvidarme de dónde vengo.

Me sentía tan distinto a ellos, a esos pobres que sueñan con lo que puedo comprar, tener.

Acumulé bienes y tanta es la contradicción que acabé perdiendo a mi familia.

En ese momento no me importaba. Total no he nacido para tener un millón de amigos, pero si un millón en mi cuenta de banco.

Tanto me obsesionó esta forma de vivir que no había dios ni placer que me hiciera sentir más pleno que el tocar esos papeles de colores en mis bolsillos.

En mi cama no había poesía solo alguna guapa chica de turno.

No se puede hacer negocio con un corazón roto.

Nadie me lastima, que intocable me sentía con ese poder monetario. La única familia que me quedó solo sumábamos 3, “pidan y se los doy”, aquella frase que repetía hasta el cansancio, me hacía sentir en las nubes. Bendito dinero me decía al suspirar, todo el mundo quiere hacer lo que tú quieres, tus necesidades hay mucha gente con la voluntad de satisfacerla.

Pero llega el día en que el dinero no basta, no alcanza.

Es Dios, la vida, las circunstancias, el universo o como quieran llamarlo, te da un toque para hacerte sentir, para recordarte que no eres un dios, no eres intocable, eres y siempre has sido un simple mortal.

Así la vida me golpeó donde no pensé, lo único que tengo, mi familia.

Mi madre en una cama de hospital, toda esa fortuna que tengo, para qué? Si no la levanta de esa cama, si no la ayuda a sonreir. Mi aparente poder no sirve contra la muerte.

Porque al final del día, cuando vuelvo a ser “un mortal “, un hijo, un hermano, un novio, mi familia es lo único que tengo, lo único que realmente vale la pena conservar.

Así han pasado 10 años desde que subí a un avión con el corazón roto, hoy soy un hombre, el que quise ser, con mis defectos, virtudes, manías, todo aquello que me hace yo.

Entendí que el dinero no lo es todo.

La vida es más valiosa por el simple hecho de poder vivirla, día a día, paso a paso.

Pd: ¿Cuánto tiene el que lo tiene todo si no tiene con quién gastarlo?

¿Tanto tienes?,

¿Tanto vales?,

¿Cuánto vale lo que tienes?