No te vayas (I)

Te levantas del lecho frío todas las mañanas.

Alzas tu mirada al cielo,

y te preguntas: ¿Dónde estás? ¿Qué es de ti?

Tus preguntas son respuestas

vacías aleadas de esperanza e ilusión.

Una mañana aparezco frente a ti sonriendo.

Y cuando estiras tus largos brazos para hacerme tuyo,

solo soy aire frío y mezquino que calcina

tus huesos y entumece tus manos.

Entonces lloras de impotencia

y cierras tus grandes ojos de desilusión.

Todo son tinieblas grises que cubren 

tus deseos ciegos de espejismos.

No existe luz que te alumbre

pero sabes que caminas sin rumbo ni destino.

Cuando abres tus ojos solo puedes ver vacío a tu alrededor

solo puedes sentir lástima de ti misma.

De pronto, tus oídos escuchan Esperanza.

Corres hacia ella ciega de temor,

y entonces puedes llorar Realidad.

Tus labios buscan los míos con ansia,

tus brazos rodean mi cuerpo de felicidad,

y tan solo te atreves a susurrarme:

no te vayas, quédate. ¡Te necesito, tanto, amor!

Pero cuando despiertas tan solo puedes

suspirar a lo que ha sido un sueño.

Cuando despiertas ni siquiera comprendes

que tu alma se ha divagado para siempre

en la oscura noche del silencio...