La senda de lo inolvidale, al propio olvido,
colmo de estrellas mi pequeño y dulce barquito,
navegando por los mares de sueños aún dormidos,
con papeles de colores, que flotan sobre nidos.
Azules són tus entrañas, y rojos tus latidos,
caudales de sentimientos, que vuelven al sonido
de sirenas y caracolas, que cantan muy despacito,
eternizando alegrías, con lágrimas de vino tinto.
Al compás de los peces, recojo yo lo poco vivido,
bailando sin danza, caminando con mucho sigilo,
atormentando a Zeus, con preguntas sin sentido,
tridente sobre mi espalda, amores casi prohibidos
Me escondo entre corales, agudizando mis oidos,
escuchando al mar, acariciándome con su frío,
acunando mis heridas,curando lo que ya no es mio
sobre arenas mi ceniza, y el alma en mi barquito