Me lo contó esa luz
que entró por mi ventana,
y se posó en mi rostro
mientras tú me mirabas.
Me contó que tus manos
jugaban con mi pelo,
y tus labios sedientos
causaban tu desvelo.
Me contó muchas cosas,
quedo me acariciabas,
aspirabas mi aliento
y mi pelo besabas.
Me contó que su azul resplandor,
destacándome sobre mi almohada,
te causaba un placer infinito,
que en tu pecho escondías mi cara,
para no compartirme siquiera
con la luz de esa estrella azulada,
que disfruta de amores ajenos,
al colarse en silencio, por alguna ventana.
® Susana Valenzuela
10-03-10