“¿Puedo llorar acaso por los sueños,
asilados en la sombra de un ideal ya muerto,
mientras el tiempo pasa, cantando al viento,
y abriendo nuevos surcos a los empeños?
¿Debe mi sonrisa esconderse, acurrucada
detrás de los fantasmas que viven en la memoria,
temerosa de los duendes que sólo esparcen
lágrimas en las mejillas de los hombres?”
Recuerdo que me pregunté, alguna vez,
después de escuchar una voz que me decía:
“Tantos hombres llevan como trofeos de la vida,
las andas de ilusiones enterradas en el pasado;
tantas cargas sobre los hombros encorvados,
que, cansados, padecen el peso de la amargura…”
¡Oh…!¡Que asombro ha llenado mi hendidura!
Era como un hontanar de luz en mi camino
aquella voz bendita, que no sé de dónde vino.
Era la puerta que me abrió a un crepúsculo divino,
bordado de bonanzas, cual era mi destino.
A la sazón danzaron mis ojos de alegría,
por ver la claridad en el futuro que venía.
Y ¡que impulso en mi corazón sentía,
al abrirme de nuevo a la fiesta de la vida!
¡Oh luz, antorcha de esperanza que sugiere,
a los hombres, sendero de amaneceres,
y una ventana que del todo se abre
al gozo del amor, que da sentido a la existencia,
vivida a plenitud en el presente!
Nunca habÃa leeido algo que me calara tan hondo el alma,escribes muy bello,además me identifico mucho con tu poema SIGE ASI!!!!!!!!!!!!!!!!!!