Tu lengua tibia avanzaba por mi cuello decidida y lenta.
Dejaba tras su paso un dulce calor que dentro mío se traducía en una excitación inmanejable.
Tendida sobre las almohadas donde flameaban nuestros cuerpos, existía, y sentía solo tu calor,de a poco tu piel, y también tu fuerte hombría que se adentraba en mí, que me poseia sin cesar exigiendome más y más.
Te insinuo ahora que me dejes hacer mi parte, comienzo con mis senos a recorrer tu cuerpo, tocando cada parte. Es el contacto de mis pezones con el calor que destilas, lo que hace que mis piernas se abran por encima de ti y luego tomar tu miembro con fuerza, saborearlo, sumergirte en mi.
Nunca habÃa leeido algo que me calara tan hondo el alma,escribes muy bello,además me identifico mucho con tu poema SIGE ASI!!!!!!!!!!!!!!!!!!