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A CRISTO Y SU LEY DEL AMOR

. Déjame, Amigo Mío, que me tome el atrevimiento de acercarme a Ti y de distraer tu atención unos momentos para hablarte, con pasión de Enamorado, de la Apasionante figura de JESUCRISTO y de su irresistible atracción para todos los que soñamos con la Utopía de un Mundo sólo obediente a la Ley del Amor Universal. Déjame que te cuente, por eso y para eso, cómo ese JESUCRISTO del que te hablo influyó en mí y cómo modeló mi Vida desde La Suya. Y verás cómo, a lo mejor, y si me haces el honor de seguir leyéndome, hasta me agradeces que te diga lo que te estoy diciendo. Porque puedo asegurarte que al decírtelo no pretendo ningún lucimiento personal con el que halagar una vanidad que nunca tuve. Y que, si la tuve, hace ya muchos años que, a fuerza de escarmientos y de desengaños, me curé de ella, sin caer, por ello, ni en la frustración ni en el resentimiento. Te juro, pues, por ese mismo CRISTO del que te estoy hablando, que sólo busco la VERDAD y la JUSTICIA. Y que el CAMINO para llegar a Ellas lo encontré precisamente en EL y en su Ley del Amor Universal. Y ya, sólo por eso, si logro que me creas y que, al creerme a mí le creas también en EL, me atrevo a asegurarte que te habré hecho el BIEN mas grande que nunca te hayan hecho.
2. Es verdad, y así debo reconocértelo, que si miramos al Mundo vemos, con infinita tristeza, cómo esa Ley del Amor Universal proclamada por CRISTO, jamás entró en vigor en esta Casa de Todos Nosotros que es La Tierra, y que, en muchas Zonas y Pueblos de Ella, incluso está siendo permanentemente derogada por la opuesta Ley del Odio y de la Venganza. Pero aún así, me atrevo a preguntarte: ¿Crees que si JESUCRISTO no hubiese venido al Mundo, este Mundo sería el mismo que Hoy es?. Si lo crees, ¿cómo te explicas, entonces, que, con Su Venida, la Historia de la Humanidad quedase partida en dos: antes de EL y después de EL?. ¿Cómo te explicas, entonces, que si te recorres toda Europa, Rusia incluida, desde Vladivostock hasta Finisterre, y toda América, desde Alaska hasta la Patagonia, el sólo signo de identidad con el que te vas a ir encontrando, a cada paso que des, lo sea precisamente una Cruz?. Una Cruz en los “cruces” de todos los Caminos; una Cruz en las tumbas de todos los Cementerios; una Cruz en los Campanarios de todas las Iglesias y Catedrales; una Cruz en los pechos de tantos Hombres, Mujeres y Niños de las más variadas lenguas y razas con los que te vayas “cruzando” en tu camino. Y es que en la Cruz se simboliza, como en ningún otro Signo, la llamada, con legítimo orgullo, “Cultura o Civilización Occidental” y que no es sino el mismo “Cristianismo” en acción. Y ya, sólo por eso, su eliminación, como pretende el beligerante laicismo anticristiano que nos invade, conllevaría la simultánea desaparición e incomprensión de dicha Cultura, del Arte y de la Belleza en los que se objetivó, y de los milenarios Valores morales que encarna y representa. Si tal acaeciera, estaríamos, créeme, ante un claro supuesto de suicidio moral y cultural, pues como la Historia, Maestra de la Vida nos enseña, los Pueblos o las Civilizaciones que quieren o se les fuerza a “ser otros” simplemente “dejan de ser”. Y pasan, tristemente, de “hacer la Historia”, a “ser historia” .
3. Es verdad, también, y tengo que volver a reconocértelo, que, después de JESUCRISTO, y al margen de EL, cuando no en contra de EL, dos grandes Revoluciones, a cual más sangrientas, -la Francesa y la Rusa- hicieron “progresar” a la Humanidad hacia cotas de Libertad, Igualdad, Solidaridad y Justicia Social nunca hasta entonces alcanzadas. Pero no es menos cierto, también, que todos estos “Valores” por ellas proclamados y sin cuya vigencia y efectividad la inviolable “Dignidad del Hombre” se hubiera quedado en vana palabra hueca, estaban ya precontenidos y aparecían superados por el “nuevo” Mandamiento que JESUCRISTO nos mandó cumplir para aceptarnos como Discípulos suyos: el del “Amor Universal”, pues al hacernos a TODOS, y hacérnoslo POR IGUAL, Hijos de Dios, también nos hizo Hermanos y, por Hermanos, portadores de una misma Dignidad ante el PADRE COMUN, cuyo Glorioso Reino heredaremos. A estas alturas de la Historia, resulta, pues, éticamente imposible cualquier intento de contraponer el Evangelio a la Declaración Universal de los Derechos del Hombre. Me atrevo a proclamar, por tanto, sin ánimo ni intención de indignar a nadie, que el mayor “Revolucionario” de la Historia lo fue JESUCRISTO. Y que, coherente hasta la muerte con su Doctrina, lo fue sin disparar un solo tiro. Y sin otras armas que las de su Ejemplo y su Palabra. Entre las que, por su profunda carga reformadora e inconformista, quiero recordarte sólo ésta, que te sonará, sin duda, a consigna revolucionaria : “Yo he venido a traer el Fuego al Mundo y ¿qué quiero, sino que arda?”.
4. Desde la humildad más sincera, pero también desde la convicción más profunda, te seguiré diciendo que creo, honestamente, que el gran error histórico de la “Izquierda” lo fue, y sigue siéndolo, el de haberle permitido a la “Derecha” “arrebatarle”, en provecho propio a la, nunca mejor calificada, “arrebatadora” figura de CRISTO. El Hombre que nació, que vivió y que murió Pobre entre los Pobres. El Hombre que más los “dignificó”, proclamándolos Bienaventurados. El Hombre que, en duro contraste, con mayor vehemencia y coraje, acusó y denunció la hipocresía y los abusos de los más Ricos y Poderosos a los que, por su dureza de Corazón, excluyó del Reino de Los Cielos. El Hombre que, al decirnos de Si Mismo que había venido a “servir y no a ser servido”, identificó la Santidad con el “Servicio y la Entrega” a los más Necesitados. El Hombre que, cuando venga a juzgarnos a Vivos y Muertos, este será el único “Considerando” sobre el que fundamentará su Fallo: “venid, Benditos de Mi Padre, a gozar de la Eterna Bienaventuranza, porque tuve hambre y me distéis de comer; tuve sed y me distéis de beber; estuve desnudo y me vestisteis; enfermo y me curasteis; .”. Fallo que, con solo invertir sus términos y ponerlos en negativo, se volverá de condena para todos aquellos que, pudiendo y debiendo haber hecho lo mismo, no lo hubiesen hecho por amar más a su Dinero que a su Prójimo. Con tan bellas como comprometedoras Palabras, dirigidas a todos y, por lo tanto, también y muy especialmente a los Gobernantes, ¿no crees que CRISTO estaba instituyendo ya, con más dos mil años de antelación, la Seguridad Social, piedra angular del moderno Estado del Bienestar?.
5. A la vista de tan alto y elevado “ideario moral”, que no “ideología política”, como el que CRISTO nos “propuso”, podrías decirme de Alguien que haya sido más auténticamente “de izquierdas” que lo fue El?. Y si le miras a CRISTO, no ya desde Si Mismo, sino desde “los que le siguieron” hasta dar su Vida por El, ¿tendré que recordarte las Cartas de los Apóstoles, (te recomiendo que te leas, por todas, la de Santiago), en las que, amenazadora e insistentemente, se les recordaba a los Ricos que, para Dios, Dueño y Dador de todos los Bienes, ellos no eran sus Propietarios, sino simplemente “los Administradores de la Riqueza de lo Pobres”, por lo que ante EL tendrían que rendir cuentas estrictas del buen o mal uso que hubiesen hecho de la misma?. Fácilmente advertirás hasta qué punto el Marxismo se aprovechó, hábilmente, de esta misma Doctrina, en la que no haría otra cosa que sustituirle a Dios por El Estado, al que, por lo mismo y necesariamente, se le trasformaria en “totalitario”, ya que TODO pasaría a ser de él y nada ni nadie quedaría fuera de él o podría estar por encima de el.
6. Con todo, sigo creyendo que lo más admirable y diferencial del Cristianismo frente al Marxismo no lo está tanto en los “altos y elevados fines morales” que, al hilo de su Humanismo, nos “propuso”, cuanto en los “medios pacíficos o no violentos” que para alcanzarlos, preconizó y que tan ejemplarmente seguirían y aplicarían, ya casi en nuestros días y con rotundo éxito, dos Hombres de la talla moral de Gandhi y de Luther King. Tales medios contrastan frontalmente con los que, para la consecución de esos mismos fines, eligió y nos “impuso”, siglos más tardes, el Marxismo: la “lucha de clases” y su triunfo y culminación en la “Dictadura del Proletariado”. Queda patente, pues, que mientras CRISTO creyó en la Libertad y en la Bondad del Hombre para alcanzar lo que hoy llamamos la “Justicia Social” y la “Función Social de la Propiedad” Marx, por el contrario, siguiendo a Hobbes, consideró al Hombre como un Ser constitutivamente egoísta y, como tal, invenciblemente tentado a “hacerse rico” antes que a “ser justo”. La explotación de los asalariados por sus Patronos sería su natural consecuencia. Y la conversión del Estado en único Propietario, la primera de las exigencias para evitarla.
7. No quisiera cerrar estas consideraciones sin antes ponerte un ejemplo que me parece singularmente revelador e ilustrativo de cuanto te vengo diciendo. Verás: cuentan del mítico guerrillero “Che Guevara”, símbolo y emblema del “buen revolucionario”, que llevaba juntos en su mochila el Crucifijo y el Manifiesto Comunista de Marx y Engels. Cuando le preguntaron el por qué de tan sorprendente combinación ideológica, dicen que la justificó alegando que el Crucifijo le marcaba la “Meta” a alcanzar y el Manifiesto el “Unico Camino” a seguir para alcanzarla. Y, coherente con su doctrina, cuando llegó la hora del triunfo, lejos de subirse al Carro de los Vencedores y apunrtarse cínicamente al reparto del tentador botin que les esperaba, se fue, fúsil al hombro, a seguir luchando por los que aún no habían sido “redimidos” del yugo de la explotación capitalista. Ante la coherencia de su ejemplo y de su entrega a la causa por la que murió y, obligado es decirlo, también mató, no puedo menos de exclamar: de no haber sido Marxista convencido, ¡qué gran Misionero que hubiera sido!.
8. Otro loable intento de “síntesis” o conciliación entre Marxismo y Cristianismo, partiendo de su común preocupación por los Más Pobres, lo protagonizaron, como bien sabes, los “Curas Obreros” cuyo soporte doctrinal se lo proporcionó la que se llamaría “Teología de la Liberación”, denominación ya enormemente reveladora por sí misma de su ideario, pues, por definición, no podrá haber “liberación” si no existe antes “opresión”. Asi lo pudimos ver y comprobar en la excelente y precursora Película de nuestro Cine “La Guerra de Dios”, estrenada, sorprendentemente, en plena dictadura franquista. Entristece, sin embargo, tener que reconocer y lamentar que tan esperanzador como encomiable intento, insertable en la más pura línea evangélica, de la que San Francico de Asis” (el “Pobrecito”) sería su máximo exponente, nació ya muerto antes de ver la luz. Y nació ya muerto o inviable por su absoluta incompatibilidad con dos de los presupuestos dogmáticos del Marxismo: 1) su negación de toda trascendencia y, por lo tanto, de la existencia de Dios; y 2) la correlativa consideración de la Religión como “el Opio del Pueblo”; Pueblo al que se le hacía perder, así, su “conciencia de clase” (“alienación”) y, en consecuencia, también su capacidad de lucha y de auto-redención. Y todo ello ante la “pasividad cómplice” de la Iglesia, a la que se le acusaba y se le presentaba como “enemiga natural” de la Clase Obrera, por cuanto a la misma no le ofrecía otra alternativa que la de la “cristiana resignación”, bajo la engañosa promesa de una Felecidad Eterna en un Paraíso inexistente.
9. No creo pecar de pretencioso si te hago notar cómo en su agudo análisis crítico Marx prescindió y, por lo tanto, no valoró adecuadamente, algunos de los rasgos distintivos que mejor definen y caracterizan al Cristianismo tal y como el Mismo CRISTO, su Fundador, los consignó y aplicó. Creo, sinceramente, por todo ello, que una valoración “objetiva” de tales rasgos por parte del propio Marx, al margen de la pureza con la que la Iglesia Oficial los aplicara siglos más tarde, llegada la hora peligrosa de su triunfo terrenal, necesariamente hubieran tenido que “acercarle”, también a él, e irresistiblemente, hacia la apasionante figura de CRISTO. Al “alejarse” de EL, por puras razones de coherencia ideológica y de táctica revolucionaria, me obliga a hacerle en conciencia y con más de un siglo de retraso, la siguiente pregunta sin respuesta: “si por mucho que “progresemos” jamás podremos “liberarnos” del Dolor, de las Enfermedades, de la Vejez y de la Muerte, y nos dejas sin Dios, ¿con qué nos dejas?.” Y amargamente le reprocharía: “nos dejas, justamente, sin lo mismo que CRISTO vino a darnos: nos dejas sin Dios. Y te condenas a ti mismo, ya sólo por eso, a aparecer ante la Humanidad y ante la Historia, como el mayor Ladrón de Esperanzas que el Mundo ha conocido. ¡Qué pena que mirases y vieras a la Realidad con un solo Ojo cuando la Naturaleza te había dotado de una Mirada de Aguila!”.
10. Por eso, antes de irme de este Mundo, déjame, Buen Amigo, que de Ti me despida confesándote la pena infinita que me invade y que me cala hasta los huesos, cuando contemplo cómo a este JESUCRISTO, simbolizado en el Crucifijo, se le quiere expulsar de las Escuelas y demás lugares Públicos, con imperdonable olvido e ignorancia inexcusable de los Valores que representa y por los que dio Su Vida. Y Valores con los que cualquier Hombres de Buena Voluntad, Creyente o Ateo, Antiguo o Moderno, tendrá que sentirse plenamente identificado. Porque nadie jamás nos pudo “dignificar” tanto como EL cuando nos proclamó, sin distingos, Hijos de Dios y Herederos de Su Gloria. Me vas a permitir, por ello, que cierre esta apasionada Reivindicación y Defensa de la apasionante Figura de CRISTO recurriendo a la mejor “arma” que tengo para hacerte “sentir” lo mismo que siento, por más que pudieras no “pensar” lo mismo que pienso: la Poesía. Con Ella te dejo. Desde Ella te hablo. Escúchala. Te dirá así:
Revuelto entre las Cosas de Este Mundo,
Como una Cosa más,
Mientras está en el Mundo
Perdido el Hombre está.
El Hombre, sin embargo,
No es una Cosa más.
Cuando Dios lo creó quiso que fuera
Mucho más que una Cosa. Mucho más.
Y lo hizo Persona
Para que a El se pudiera asemejar.
El Hombre para Dios
No se agota en Las Cosas.
Le hace saltar sobre Ellas.
Y desde Ellas le lanza
Hacia La Eternidad,
Donde le espera.
Si Dios, en Jesucristo
Quiso ser Hombre,
A los Hombres nos hizo
Ser casi Dioses.
Ser a todos los Seres,
En Dignidad y Honores,
Muy superiores.
Si los Hombres no fuéramos
Más que una Cosa más,
Este Mundo un Mercado
Solamente sería
Y nuestra Dignidad de Hijos de Dios
Nunca jamás en él cotizaría.
Todo, todo en el Mundo
Su Valor y Sentido perdería
Porque ninguna Cosa
Trascender de sí misma
Por sí misma podría.
Su contacto con Dios
El Hombre perdería
Y al Reino de La Nada
Al morir volvería.
Y tras de haberse ido
Un Algo entre dos Nadas
Tan sólo hubiera sido.
¿A quien no angustiará tal panorama,
Semejante Destino?.
Las Cosas son Materia
Que sólo valen por su Utilidad.
Y Algo en el Hombre hay que no es Materia
Ni podrás a Materia rebajar,
Para, como Materia,
Poderlo utilizar.
Al Hombre ningún Hombre
Lo podrá utilizar
Como si fuera una Cosa propia
Con la que a su arbitrio hacer pudiera
Su libre voluntad.
Dios quiso al Hombre Libre
Y por eso le hizo Racional.
Nada más inhumano
Que esclavizarle como se esclaviza
A cualquier Animal.
Dios quiso al Hombre Libre.
No quiso al Hombre Esclavo.
Fue nuestro Creador,
No nuestro Amo.
Y todo Creador
Ama lo que ha creado.
Y es esa Libertad. Y es ese Amor
Lo que al Hombre hace Grande
A los Ojos de Dios,
Nuestro Creador y Padre.
Algo en el Hombre hay
Que le hace trascender
Desde aquello que “tiene”
Hasta aquello que “es”:
Un Ser que Dios creó
Y lo creó Inmortal
Para tenerlo siempre junto a El.
Morirse, para el Hombre, no es morirse.
Es sólo dar un Salto al Más Allá,
En donde Dios habita
Y en donde El también habitará.
Todo el que muere nace a Nueva Vida
Y Libre ya del Tiempo y sus cadenas
Entra en La Eternidad,
En la que Dios le espera
Y en la que ya por siempre vivirá.
Datos del Poema
  • Media: 6
  • Votos: 69
  • Envios: 1
  • Lecturas: 1,608
  • Valoración:
Datos del Autor
Nombre: luis de la morena
País: EspañaSexo: Masculino
Fecha de alta: 23 de Septiembre de 2010
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