A esa mujer a quien llamais arpía,
de la que solo veis sus actitudes
y que también pensáis que desvaría;
Tiene tras su puerta unas virtudes,
que solo una de ellas bastaría,
para que salga el sol cada mañana
y la luna ponga negro velo al día.
Os digo que algun día la campana
que tañe su monótona rutina,
¡a muerte tocará con su desgana!,
que a veces la conciencia desatina
y solo está de parte del que gana...
Y así se pierden ¡tantas vidas!...
que puede que no esten en los altares,
mas tienen su derecho a ser vividas
aunque a muchos, parezcan singulares.
Si el mismo Dios -Poder ilimitado-
jamás en nuestro hacer ha intervenido,
dejar a esa Mujer, que si ha pecado...
Ninguno su dolor ha compartido.
Y si es que acaso nunca lo ha pedido,
quizás su condición se lo ha negado...
Pues cínica la vida ha convertido,
al libre proceder... en postergado.