Eres para mí una desconocida,
aunque mi deseo sería conocerte,
ya que a un ángel eres parecida,
por eso me encanta poder verte.
El color de tu piel es maravilloso,
más suave que la ceda fina,
y esa mirada en tus ojos gloriosos,
en un instante mi alma asesina.
Tus labios son como un árbol frondoso,
en medio de un día de puro calor,
los míos imaginan cuán grandioso,
sería poder probar y tener su sabor.
Tu cuerpo es como el arma mortal,
que cualquier cazador desearía tener,
él quisiera la licencia para poderte portar,
y yo desearía tu alma para poderte querer.
Cada movimiento de tu cuerpo me mata,
hasta trabajo me da poder respirar,
entiende que eres el vicio que me arrebata,
comprende que eres la mujer que desearía amar.
EFRAIN TRINIDAD RODRIGUEZ
Morovis, Puerto Rico
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