La sensación de muerte y resurrección,
en el verbo consumado,
que trae el descanso del alma,
y la sensación de rubor,
a mis mejillas,
que de rojo sangre se tiñen.
La sensación,
de las sabanas ajadas,
por el mar embravecido,
que conquisto mi mundo de tempestades,
Y al estallido del crepúsculo,
el tótem duerme,
es la sensación de la hoguera derramada,
en el ocaso,
en el mar celestial del amor.
Y el alma dormita en la ternura,
tendida en penumbra,
con la dulce sinfonía de entrega,
cierra su cáliz,
y la sensación de plenitud,
me envuelve con sus pétalos