A la orilla del lagar

Dos pasos más cerca
del pozo de las tinieblas
se encuentra la Humanidad,
gimen de terror las almas
ante el juicio de los tiempos,
es hora de penitencia
a la orilla del lagar.
Las uvas están maduras
y pronto darán su fruto:
el vino de la amargura;
de él se encuentran embriagados
en su siniestra locura
los príncipes de maldad.
Líbrenos Dios de los muertos
en esa "muerte segunda"
que esta Humanidad inmunda
ha logrado despertar
y esparcir por los desiertos
de voraz iniquidad.
La conjunción de planetas
marca, en el cielo, el momento
en que se detiene el tiempo
y todo vuelve a comenzar.
No hay pausa ni retroceso;
se terminó, y es por eso
que elevan preces los vientos
de una nueva dimensión.
Tiempo de consumación
de los acontecimientos.
Orad, sin tregua, ¡orad!
y enderezad el camino
retorcido y extraviado
que no lleva a ningún lado,
salvo al más negro destino.
No participéis del vino
de Soberbia y de Maldad.-
Eduardo Ritter Bonilla.
25-08-2009, 4:47 a.m.