Reunión de viernes
Por la mañana, al comenzar el día,
mis tareas se habían multiplicado,
debí juntar, limpiar, hacer mandados,
claro… venían mis amigas.
Realicé mis quehaceres con prestancia,
traté en todo, de poner mucho cuidado,
y en tanto trabajaba, había notado,
que hasta mis rosas tenían otra fragancia.
Mientras el sol se retiraba a su morada
y se asomaba con timidez la luna,
ya todo estaba pronto, y yo esperaba
que llegaran, mis queridas, una a una.
Cuando gane la noche su partida,
y en las copas descanse su roja transparencia el vino,
nuestras voces hablarán de nuestras vidas
y quien lo necesite, recibirá un consejo con atino.
Seguirá el tiempo transcurriendo, y la vida,
cumpliendo su derrotero ya marcado,
mientras nosotras, amigas como hermanas,
haremos crecer nuestro amor todos los días.
® Susana Valenzuela