Cae la noche levemente a plomo

Cae la noche levemente a plomo

en este lugar callado en el que escribo.

Un eclipse entre los ojos

solitariamente llevo,

y a mí no viene el día,

ni salgo ya a buscarlo.

Hay un enorme telón de fondo,

que me rodea de sombra

y me corona de polvo.

En torno mío yacen

señales del otoño.

Los arboles, melancólicos,

diluvian restos

de un copioso pasado.

Retazos que respiraron,

otro aire mucho más alto.

Hace ondas desde el fondo,

un pez, cuyo color no distingo.

Entre tanto,  la noche

continua cayendo,

a plomo sobre mí

y adentro mío.

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