Tú sabías que está casado,
pero eso no te importó:
"se lo tomaste prestado"
a su esposa, unos momentos,
sin que hubiera sentimientos
de por medio, entre los dos.
Fue un capricho pasajero,
un antojo de oficina,
una conquista ladina
ante un hombre lisonjero;
la temporal medicina
de un ego convenenciero.
No querías enamorarte,
era sexo y nada más,
aventura pasajera
de fiebre de primavera
que, como viene, se va
sin tener que preocuparte.
Pero algo salió muy mal:
resultó muy buen amante,
ya maduro y elegante,
y ese "atractivo animal"
que cautivó a tus sentidos
en ese fuego sensual.
Ahora tú estás atrapada
sin posible solución,
aunque quieras engañarte
con que "aquí no pasa nada",
has quedado enamorada,
víctima de una ilusión.
El amor echó semilla
en tu imprudente corazón,
pero tú estás "a la orilla"
de una marital unión;
y esa situación te humilla
y aumenta tu frustración.
Tú quieres salir triunfante
en un amor que está prohibido
por la ley y la razón;
pero sólo eres su amante,
muy claro te lo ha advertido:
sólo es temporal el nido,
¡no estás en su corazón!-
Eduardo Ritter Bonilla.
27 de Junio de 2009.