LA MUJER
Es la mujer cual mágico brebaje,
que al caballero llena de valor,
ya que presto, en épica lucha salvaje
se lanza a combatir con honor
contra cualquier oponente, hueste o quimera
osada, que en su camino interfiera;
sin importarle heridas y dolor,
que por obtener de ella, su amor,
pondrá en ello todo su empeño,
sabiendo que, de salir airoso
de la campaña, será feliz dueño
de ese trofeo, en verdad glorioso.
Es tal la capacidad de la mujer
que puede unir a los enemigos,
e incidir en aquellos amigos,
que luchan por su amor obtener.
Eres mujer, en tus dones y pasiones.
Inspiración del músico, modelo del pintor,
musa del poeta, arquetipo del escultor ;
de todos ellos, base de sus creaciones,
en las que emplean todos sus dones.
Ó ser también, causa de sus perdiciones.
Puedes ser tu, mujer,
del bien, el signo mas digno
ó encarnar también lo maligno,
ángel que a la santidad invita
ó demonio que al pecado incita.
Capaz de los sentimientos mas loables
y de las pasiones mas mezquinas,
de las acciones mas prístinas
y de los actos mas repudiables.
Eres tal que, sin querer enseñas,
al inocente corazón a amar
y a ser de todos el mas heroico.
Pero cuando su amor, altiva desdeñas,
es necesario, para no llorar;
tener la templanza del estoico.
A lo largo de tu vida, mujer;
cual bella mariposa albacea,
que en su vida, metamorfosea;
así tu, cambias en todo tu ser.
Siendo primero, la niña infantil
de la alegría escandalosa;
después, la linda doncella núbil,
llena de encantos, pudorosa.
Tienes como tuya, la tarea más preciada,
del sublime acto de la maternidad,
y eres, al final de tu sin igual jornada,
fuente inagotable de consuelo y bondad.
Eres mujer, como amiga inigualable
como madre incomparable
como compañera insuperable
y como enemiga implacable
Sin la presencia de la mujer,
al comienzo de nuestra vida
nos encontraríamos desvalidos;
a la mitad de ella, sin placer,
por la falta de una amada querida;
y al final, sin consuelo, perdidos.
Miles mas de cosas,
se podrían decir de la mujer,
cosas malas, cosas hermosas,
razones de amarlas o temer,
llenas de contradicciones, sin parar
e imposibles casi de entender,
no quedando otra solución que amar,
tal como es, a ese ser: llamado mujer.