Me hablas hasta en tus silencios,
tu mirada, tu sonrisa,
y en esos tenues destellos
que despiden tus cabellos
agitados por la brisa.
Me acarician tus suspiros,
tu presencia y compañía;
y es tal la dicha que siento
sólo al respirar tu aliento
y saber que eres toda mía.
A una mujer como tu,
como siempre había soñado
llegar a tener un día,
se le entrega el alma entera
con inefable alegría.
Sólo vivo para ti,
para amarte noche y día,
y es tu amor el sentimiento
que me da dicha y contento,
la fuente de mi armonía.
Estás en mi pensamiento
con invencible porfía,
con total convencimiento;
sólo deseo continuar
mi existencia, hasta el final,
a tu lado, ¡amada mía!-