A San Juan (Romance)

Qué desconsuelo esa madre, qué aflicción, cuánta amargura

siente cuando ve que a su hijo sin tener cargos le acusan

y lo llevan al calvario, pero San Juan que es dulzura

no se aparta de su lado aunque la plebe le turba.

Él y las santas mujeres, ven que a Jesús le torturan,

le ponen en el madero, clavando los pies con púas

y dice siete palabras, y, entre las palabras una

le señala como el hijo de María rota, exhausta.

¡Oh!, San Juan Evangelista, nos relumbra tu hermosura.

Eres quien nunca dudó de la bondad del Maestro,

hoy te llevan en volandas los jóvenes de mi pueblo.

Y acompañando a María las mujeres van de negro,

nunca la Madre está sola porque seguimos tu ejemplo.

A vuestro paso, las calles, se perfuman con espliego,

que los muchachos recogen y también algunos viejos.

Acompañaste a Jesús, incluso después de muerto,

le bajaste de la Cruz cuidando bien de sus huesos.

¡Que no se rompa ninguno! como dice el evangelio.

Chelo Álvarez