Cerraré hoy el último capítulo
de un libro abierto de mi historia;
por largos años sus páginas
se quedaron siempre en blanco;
sin tener un final que escribir
La espera y la desesperanza
fueron las únicas palabras
que en el tintero quedaron
Se paralizaron mis manos
Se me seco el corazón
en una búsqueda infinita
de ése que se fue y no volvió
Ese, que mi alma lloró
en callada procesión, sin nombrarlo;
el recuerdo de sus ojos quedó
Nada más tuve para recordarlo;
olvidé su voz, su último te quiero;
me quedó el temblor de la amarga
despedida, que bebí en el último beso
Y sin poder retenerlo le dije adiós
El destino burlón quiso traerlo
cuando los años lentos pasaron
Pude verlo en una fotografía;
sin parecerse al que se fue,
su mirada lo delataba sin querer
guardando la misma melancolía;
al verlo mirándome desde el vacío
los recuerdos sacudieron mis cimientos
Recordé cuánto lo quise, que fue mi vida;
supe al mirarlo que estuve muerta
que mi corazón latía y respiraba
como cuando él me abrazaba;
pero ya era muy tarde, treinta años
que se fueron sin estar juntos;
quizá me haya olvidado, pensé
Mejor dejarlo ahí, no lo llamé
Si el pasado vuelve, no es igual;
regresan fantasmas, demonios,
que yacen en el fondo de un sepulcro
que no se debe nunca profanar
Guardé su foto para no verla más;
la juventud pasó, el me olvidó, yo no
Solo me guardaré la melancolía
que es un poco suya y otro poco mía
Eso es lo único que tal vez nos unirá
Queda todavía un resto de vejez
para vivirla tranquila y solitaria,
tejiendo versos, atardeceres y telarañas
para cerrar este capítulo del ayer
cerrar luego los ojos y dormir en paz.