A TRAZOS DE AUSENCIA Y DESVARÍO

Somos la conciencia de lo heroico. Los ríos del olvido. Tu vida estaba salpicada de aldeas y de espigas. Trazaste mapas en las voces de los niños; enel silencio que hasta Dios callaba. No hubo prados que tu pie pisara niausencias esculpidas en algún pesar.Recordabas las sombras que pasaban y el brillo en la mirada. Tu voz era la patria del fuego ydel desvelo. La invicta soledad del penitente. Hunde la espada el tiempo en la memoria y aquello que parecía perfecta línea de horizontes, se vuelve catástrofe de una muerte de luceros.  No hubo sufrimiento que pasara, ni esencia divina que tu fe nunca alcanzara. Eras la temeridad y el sosiego. La restitución del bien perdido. La elevación y la virtud. ¿De dónde viene ese recóndito repicar de campanas, ese bronce que mi fe doblega? Ya no habrá paz en los trigales. Te fuiste en los reflejos deuna mañana de verano. Dejaste el navío y te fuiste en otro viento. A otro territorio llegarás con una ofrenda de caminos. En tus altares se detieneuna flor de relámpagos, un aire de arrecifes. Entre ruinas y epitafios crecenlos escombros de los sueños.

ALONSO QUINTÍN.