Se hacen eternas mis noches,
se me hacen largos los días,
hay un dejo de tristeza,
en mi mirada perdida.
Y es que pienso en ti amado,
en lo imposible de este amor,
y le pregunto a Dios en mis plegarias,
si esto causará algún dolor.
Tú no tienes la culpa,
de este mi amor, tán prohibido,
y quiero que me perdones,
por esos momentos vividos.
Yo te abrí mis brazos,
y mi boca te ofrecí,
mi pasión tan ardiente,
hizo que te besara así.
No fue tu culpa, ni la mía,
o fue culpa de los dos,
si es pecado besarse,
¡ pués sí, pecamos tú y yo!