Veo la lluvia caer en mi ventana,
reflejo de aquello que estoy sintiendo,
miedo de no volver a verle mañana,
junto a mi cuerpo, enrollado a la sábana.
Lluvia, quedamente me está consumiendo,
corroe mi alma como la eflorescencia,
en las paredes de la fuerte roca,
desformando con su falta, mi esencia.
Desde la ventana, presencio la lluvia,
pienso en la oscuridad de tu mirada,
respiro, exhalo e inhalo profundo,
una lágrima escapa a la retirada.
Me asomo, la lluvia sigue cayendo,
ahora, la querella es la tristeza.
Depósito cristalino que sulfata,
el fuerte tabique que cubría mi alma.
Lluvia, deja de humedecer la ventana,
lentamente permite, llegue la calma,
sin sustrato de sodio, ni potasio,
impermeabiliza con amor, mi alma.