Nadie me advirtió

El primer momento en el que te conocí no lo recuerdo.

Supongo que siempre estuviste aquí.

Tú me dirías : “ Hola soy yo “.

Yo tendría miedo y no me lo creí.

 

No escuché trompetas, nadie me advirtió.

Como saber entonces que iba a ser ese el momento en el que te conocí.

Recuerdo que también en aquellos tiempos en los que tú no eras Tú,

se presentó Cupido y me susurró al oído que ya aparecería.

Perdió también mi memoria el día en que cumplió su promesa el alado.

No me acuerdo de su revoloteo ni de su arco.

Estaba ocupado pensando en ti.


Te echo de menos pero es lo de menos.

Lo que me duele no solo es eso

pues si desapareció nuestro encuentro

cualquier día puedo amanecer sin el sabor de tu sonrisa en mi cerebro.

Sería un dolor seco parecido a este vacío tan hueco

que no puedo saciar con tus besos por estar muy lejos.


Quizás alguno con mi nombre

se lo llevó la cara de otro hombre,

no es extraño lo que digo

pues alguno mío con el tuyo

me resbaló de los labios

hasta dulces lugares equivocados.


Lo hice por locura, por despecho,

por el miedo de esta espera,

por que me pareció un buen remedio,

por que te quiero y no puedo

y sin embargo te quiero,

por que estoy enfermo sin cura,

por que no vi la forma de tenerte cerca.

Por que te echo de menos

y tengo miedo de olvidarte o de no hacerlo

o de que tú ya lo hayas hecho.