Abismo sin refugio

 ¿Cómo arrancar de mí lo que soy contigo, 

si cada intento de olvido es un eco que regresa, 
si el desapego es solo un mito, 
una mentira que me repito para sobrevivir? 

Me debato entre el deseo de huir 
y la necesidad de quedarme en el incendio, 
porque tu ausencia no es vacío, 
es presencia que duele, 
es sombra que se aferra a mis huesos 
y me susurra que el amor no se negocia. 

Intento convencerme de que puedo soltar, 
que el desapego es posible, 
pero cada noche me descubro buscándote 
en los rincones más oscuros de mi mente, 
en los sueños que no controlo, 
en los recuerdos que me desgarran. 

¿De qué sirve negar el lazo 
si la herida sangra igual? 
¿Para qué fingir indiferencia 
si el corazón late con rabia, 
si el amor es un monstruo 
que se alimenta de mi resistencia? 

No hay refugio en el desapego, 
solo un abismo más profundo, 
un frío que no consuela, 
un silencio que grita tu nombre. 

Así, acepto mi condena: 
amarte sin pretextos, 
sin razones, 
sin esperanza de olvido. 
Porque el verdadero conflicto 
no es dejarte ir, 
sino sobrevivir a la certeza 
de que... ¡Nunca podré olvidarte!