Llueve sobre mis lágrimas que un día fueron lágrimas, fueron como fantasmas en mis manos y pequeñas cataratas en el corazón hecho jirones.
Ellas, las lágrimas, algo turbias, algo blancas, se desparraman haciendo un camino de serpentinas de agua salobre.
Esas lágrimas, mis lágrimas, tus lágrimas: brillan con destello platinado, dialogando con el olvido de tus pupilas fugitivas. Ellas son latigazos de los días más febriles, tacitas se esconden en los latidos mas profundos.
Esas lágrimas, tus lágrimas, mis lágrimas: hacen distancia y surcan hoyos en el alma.
Cuando la luz tórrida del sol encandilaba las memorias dúctiles y decidí llorar por ti, las lagrimas se marcharon, hicieron habitad en el escondite de algún recuerdo lejano.
Fue hábil, lo hicieron fácil, fue con la intención de olvidar que no habían descansado hasta que se seco un Salto Ángel que mantenía combatiente en mis pupilas….