La razón no juega,
ni el mágico escepticismo
se nubla a impedimentos tales,
como el sueño o la vigilia,
el viento no escarmienta,
se rehace nuevamente,
aturde y daña, a veces,
otras emana atisbos
de brisas necesarias,
la calma urge,
infindiad de descansos
y osios desmesurados,
el río a atrapa,
la constante voluminosidad
de afluentes sin historia,
sin voluntades,
el versos ayuda y otras
daña, porque sabe
de palabras y porque
trasnocha con el tiempo,
y tú...tú,
permaneces atildada
cuando la necesidad
de amarte, trasciende
los límites que algún día
quisieron imponerte.