Clavija de amor

Huelo un algorismo magro
en el jardín de tu recuerdo,
suspiro los silencios que dejaste con tu ausencia.
Aquella campiña chica
colorida y alegre dejó de sonreír.
Ya ni aquellas tórtolas
tiñen de rosa mi sórdido atardecer,
es que hasta el colibrí audaz y alegre se ha marchado
quién sabe a dónde ni por qué.
Creo no besa el vergel por no ver mi padecer.
Tan magno es tu silencio
que tu ausencia se vistió de jazmín.
Me aprisionas en una clavija de amor
cómo calcinan sus clavos,
cómo arden en mi ser, me succionan,
se oxidan mis raíces
corroyendo todo en mí.
Eres el ensamble que me sujeta.
El amor es de dos y no sólo Yo
tu herida mortal me agobia.
Si acaso decidieras algún día volver
quizás para entonces
no valga la pena
pues ya estaré muerta en la crucifixión del poema
que me mata al escribirlo sin saber más de ti.
El sobrevive
mientras que Yo
lentamente
en una clavija muero sin verle. María Ysabel Camacaro