Viene a mí, cual un lúgubre escenario
un manto sinuoso de esperas atormentadas,
con los ojos fijos de oscura mirada
con la pena a cuestas sin valerse de horarios,
Viene a mi, de frente y sin esquivarme
con un rosario negro y vagas añoranzas
sin el cristal de luces y sin tardanzas
con la justa precisión de llegar a buscarme,
Viene a mi, y sin embargo, su extrañeza
parece decirme que no quiere llevarme
me arranca el alma y casi sin tocarme
me hunde en su tierra, de fuego y realeza,
y a cada intento de sujetar mis proezas
el pacto se ha sellado y en definitiva
mejor el infierno que sufrir esta vida
de ausencia y dolor, de angustias expresas.