En un mar de melancolía

Aún no lo puedo creer. Se ha desvanecido entre la nada, en lo imposible, en el mundo de las ilusiones, en el eterno sufrimiento que embarga a mi alma, a mi corazón. Me parece imposible el que la ilusión aún jugara con mis sentimientos como juega el amo con el esclavo, y bien sabe que yo soy esclavo de su corazón, de su puro y bendito corazón; de sus labios tersos y tan anhelados; de su sonrisa destellante y pacífica; de sus mejillas sonrojadas.
Todo se veía tan hermoso, todo era maravilloso, todo era tan irreal. A pesar de sentirla en mis brazos, a pesar de tenerla conmigo, se ha ido.
Yo sabía que ella no estaba allí, yo sabía que no podía ser cierto, sin embargo esta obseción a la que me niego a abandonar, me atormenta día y noche, pero con ansias espero la tortura. Porque prefiero tenerla en mis brazos por unos escasos segundos, que negarla a cada momento, decirle adiós una y otra vez, darle la espalda y echarme a correr.
Prefiero soñar un día con ella, dejar caer mis anhelos a traves de mi mejilla mojada, lavar mi alma con tristeza y melancolía, que intentar vivir un día sin ella.
Y, a pesar de todo, esta noche volveré a ver su rostro, volveré a besar sus labios, volveré a tocar su corazón, mientras otra ilusión ronda por mi mejilla y moja mi almohada, en un mar de melancolía.