La queja

 
Me queda una queja, Que no dejo escapar.
Me la guardo, la ahogo. ¿ De qué se quejará ?.
¿ Es su llanto producto de alguna enfermedad?.
¿ O es un eco lastimero cuando me quiero lastimar?.
 
Hasta ahora la amordazaban mis motivos más ocultos, los más buenos.
Era de respeto, de temor cobarde y de un gran miedo
de lo que se componía la materia prima de su encierro.
Es esta prisión tan frágil como una telaraña
y no consigo salir ni batir mis alas.
Es esta mi queja tan clara, tan viva
que para que no se me escabulla la confino a las pesadillas.
 
Allá estará segura y yo estaré tranquilo.
Así podré dar forma de nuevo a mi camino
y al antiguo que seguía lo tendrá que olvidar mi cariño.
 
Se que no se a muerto cuando en noches como esta puedo sentir su alarido.
Sé que no está a gusto en esta prisión de lujo
pero también sé lo que le aguarda si le rompo la mordaza
y descubre que tras su canto de amor puro no le responde su amada.
Y descubre en el borde del antiguo camino,
por el que antaño de la mano caminaban,
una lágrima seca, abandonada
que aún conserva el perfume de la muchacha
que fue por aquel tanto amada.