Me gusta.

Me gusta esa habilidad que tienes;
poner la cara más graciosa
en el momento que me siento más hundida
y hacerme reír como cuando era pequeña.
Me gustan esas frases frívolas o sarcásticas
que sueltas cuando creo que todo está perdido.
Y rescatar la tarde para no convertirla en una mierda.
Y entrar en tu juego y decir miles de tonterías.
Y olvidarme de las lágrimas,
y las rodillas magulladas.
Y olvidarme de que mi sueño
acaba de romperse.
Me gusta cuando pones una canción
en tu coche y la cantamos juntos,
y nos emocionamos.
Y puedo desahogarme a mis anchas.
Es una gran terapia.
Gritamos, dejándonos los pulmones.
Me gusta las cervezas que nos tomamos en los bares.
Repasando nuestras vidas,
intercambiando consejos,
filosofeando y tomándonos el pelo.
Repartiendo ingenio me olvido de los malos momentos.
Y recuerdo que tengo más madera
para avivar el fuego.
Me gusta cuando me invitas a ver la tele a tu casa.
Y nos preparamos una cena rápida.
Nos ponemos cualquier programa tonto
para desconectar de la realidad que nos envuelve.
Y parecemos un par de payasos,
unas marujas que no paran de cotillear.
Me gusta cuando me invitas a fumar en tu habitación.
Tiradas en el suelo.
Criticando lo que odiamos del mundo.
Hablando del capitalismo,
el amor, los estereotipos, o el sexo.
Y me olvido de todos esos arañazos.
De lo vulnerable que a veces me muestro.
Y recuerdo todos los motivos que hay
para hacerse más fuerte y seguir.