Arrójate en mis brazos dame tu piel,
esa piel que fue mía alguna vez,
que al contemplar el color de tu tez,
mi cuerpo jamás te podría ser infiel.
Cuan orgulloso te miro desde cerca,
bebiendo de tus labios la jalea real,
que vigoriza todo mi deseo sin igual,
y estas ímpetus solo tu cuerpo aplaca.
Mi dermis desértica clama el rocío,
este amor sediento, que la luz ilumine,
al darme la blancura gloriosa de tu carne.
Ya siento tu tibieza como manso río,
plácidamente recorre mi humanidad.
Nuestros ojos expresan amor de verdad.