Cuando llegue el día en que yo me muera,
quiero, si es posible sea en primavera
y el verde eucalipto cubra la ribera.
Cualquier noche linda o en tardes hermosas,
de brisa templada con mil mariposas
y las rosaledas vestidas de rosas.
No es que quiera irme, que a nadie divierte
con todo florido irse con la muerte.
Pero si es así, yo con mil amores
me iré para el cielo henchido de flores:
y alegrar a la Virgen de tantos dolores.
Y a ver si se apiada el Señor de mí,
de las travesuras que hice por aquí:
que a más de un hermano de envidia ofendí.
Puede ser que al verme con cara de bueno,
me prepare un sitio calmado y sereno.
¡Y a seguir por siempre de su gracia lleno!
Así que ambiciono si encanto tuviera,
llevar hasta el cielo flores por bandera,
para que el Supremo me acoja a su vera.
Por eso quisiera,
morirme. . . ¡Aunque viejo!
en la primavera.
.oOo.
Madrid 30 Noviembre 2008
-Manuel Cornejo González-