Prodigabas sus defectos,
sin encontrar su hermosura,
¿Por qué demonios te extraña
que ceda su calentura?.
Si jamás fuiste marido,
ni compañero, ni amante.
Si carbón para ti era ella,
y cualquier otra, brillante.
Pero al fin halló al artista
que vió en la mujer dulzura,
y desde entonces se amarón
en sesiones de locura.
Deberías dar las gracias
a tan ilustre galante,
que convierte tu basura
en el más puro diamante.
Pero tú sigues enfermo,
solo la ves diferente,
¿No ves que cambió la forma,
de tristona a sonriente?.
Te acojes en la ceguera
y a Dios por ello bendigo,
que aquel que a tu mujer goza
soy yo, tu mejor amigo.
Hoy continua la historia
de este billar a tres bandas
pues a todos beneficia
si no media propaganda.
Contento queda el marido,
pues sus guisos mejoraron
al ser felices las manos
que mi cuerpo exploraron.
ROSAGRAMAINA
3/2/2007