"El único indio bueno
es el indio muerto",
lo dijo Phillip Sheridan,
soldado de la Unión.
Lo dijo sobre el umbral,
añoranza de un ruin general,
arriba de nuestros hombros
y abajo de nuestra idea,
sin saber que la vida
vomita más indios,
cada vez que roncan los fusiles
y cada vez que parten
una angustia;
una angustia como la del indio
abanderado,
del movimiento norteamericano,
quien lucha y es mutilado
con una sentencia manufacturada,
que sólo ayudará
a prender una antorcha
de luz esperanzada,
que ilumine soberanos reflejos
que a lo étnico
toca en esta lucha,
para traer de vuelta a los generales,
aquellos del pueblo norteño,
"Crazy Horse" y Sitting Bull",
luchadores por la libertad,
hermanos de Atahualpa y Urracá,
al igual que Leonardo Peltier,
General de División,
desde lo más recóndito de tu prisión.
Nunca habÃa leeido algo que me calara tan hondo el alma,escribes muy bello,además me identifico mucho con tu poema SIGE ASI!!!!!!!!!!!!!!!!!!