Un mañico a su destino,
De Zaragoza marchaba,
Cuando en medio del camino
Un mago le interpelaba.
Preguntó a donde viajaba
Y el rústico contestó:
A Zaragoza voy fijo.
Y el otro le replicó
¡Irás si lo quiero yo!
Lo quieras, o no lo quieras,
A Zaragoza me iré.
Pues te transformo en ranita
Y el aragonés tozudo:
¡Pues en charcos viviré!
Un año después salió,
De aquel charco maloliente,
Y el mago insistentemente
A preguntarle volvió.
Y el aragonés tenaz
Sin pensarlo le repite:
A Zaragoza me marcho
Si quieres, como si no.
Otra vez el mago al maño
Al charco lo consignó
Y pasado un largo año
Para probarle sacó.
Creyendo que había aprendido
De su magia la lección,
Dijo el brujo al cazurrico:
¿A donde irás, mocetón?
El maño que era de casta,
Al momento dijo parco
Con decisión entusiasta:
A Zaragoza. ¡o al charco!
es muy simpático este poema. que constancia de caracter! muy bien elaborado y con sentido del humor. Muy lindo.