Mi madre, mi Señora

Pasé a visitarla casi de casualidad.
Iban tantos a ver a la Señora...
Lo recuerdo bien:
Temblando me acerqué a mirarla,
me miró a pesar de todo.
Desde allí arriba me miraba,
brillaban sus ojos
creí que lloraba...
Estuve parado tanto tiempo
sin sacarle la mirada...
Enamorado!
Caminé unos pasos...
Me seguía con sus ojos maternales.
Hacia ella me atrajo
y a sus pies descalzos
mojé con mis lágrimas
y los llené de besos.
Desde allí, desde tan cerca
también vi al Niño
en sus brazos.
¡Cuántas cosas les pedí a ambos
con el pecho lleno
de amor!
Seguí parado a su lado
mirando su mirada,
sabiendo que me amaba.
Y le seguía hablando
de las mismas cosas.
No pasaba el tiempo, parecía...
Mientras la paz llegaba!