Distante quedan aquellos tiempos, que aun imploro,
aquellos sueños insensatos, delirio inocente sin medida,
a manera inerme sin malicia, nuestra vida descuidada,
donde no importar la gloria, ni los posibles decoro.
Nuestras manos que se unen aferrándose deseoso,
buscan pertinaz y ansiosa, desmedido anhelan el frenesí
en la carne, es el amor… o solo la avidez del éxtasis,
excitado por genes fecundantes, en ellos inmerso.
Hoy solo son testigo de aquellos sueños nuestro,
en la epidermis, la piel de momia de nuestras manos,
lentos atardeceres se apoderaron, (ya todo es vano).
El tiempo ha traído la paz, yace en el olvido siniestro,
no estás… ¿de qué nos sirven la delicia del pasado?,
ahora talvez ya no importa, lo vivido ni lo gozado.