¿seré capaz algún día
de escribir poesía
sin pensar en el cariño de tu alegría?
El poder de toda la Tierra
en tu mirar despereza.
Querer no basta
para decir lo que llenas
las habitaciones de mi alma.
La palabra humana no es suficiente
para explicar lo que cada rincón
de mi cuerpo siente.
Veinte folios por año,
en doscientos años,
no bastan para escribirte
cuanto y cuanto te amo,
aunque tu frialdad por siempre,
y simplemente, me haga daño.
La eternidad es, sencillamente,
la meta que me he marcado,
ya que mi amar es por siempre,
y siempre serás amado.