Ese es el tiempo que tengo para dormir hoy.
Tic~tac,tic~tac. . .
El reloj me agota.
El trabajo es lo segundo,
o tercero,
no sé,
la cuestión es que lo primero es
vivir.
El despertador me espera puntual,
el calor y yo seremos uno mañana,
mi ropa sucia de faena será mi traje,
y mientras todo esto se aproxima
estoy en vigilia
escribiendo otro sinsentido.
Pienso en la gente que disfruta de vacaciones,
en los millonarios que viven continuamente así,
en la playa,
en la piscina,
en los ríos,
en la cerveza fría,
en el verano de los afortunados,
y mientras pienso todo esto,
y vuelvo a mirar la hora,
llego a una sencilla conclusión:
los horarios del buscavidas nunca son fáciles amigos.