Alejandrino escape del laberinto

¿Quien más juega contigo enmudeciendo mi grito
hasta verme caminar descalzo sobre el dolor?
Por hacerme creer que no soy mas fuerte que ella,
suave, ahonda en mí herida con su punzón maldito;
sensual dulce, hace evadir la traba de su error.
Estigma en mendicidad, plástico mi querella.
Me impulsa al abismo la mísera necesidad,
a que amaneciese por mí, me atreví a jugar
al mismo juego, hasta convertirme lo que soy.
Mas allá de todo mal, es nada la oscuridad
en un día sin luz despierto en cualquier lugar.
Se entorpeció mis sentidos sin saber donde estoy.
Sin mas pregunta me introdujo en su laberinto,
nunca comprenderé por qué me llevó consigo.
En sus ojos llenos de sabidurías, vida
mejor creí haber encontrado, todo es distinto,
otro error, otro intento y adiós llevo conmigo.
Se me escurre el tiempo sin hallar quien a me cuida.
Vuelvo a Asunción, ahora que me creo sensato.
A lo alto parece un lago pintado por niño,
las nubes blancas con azul, claridad se afianza.
Mientras yo dibujo con dedos de Roa Basto
y, apunto su trayectoria que fue más que armiño,
igual que las madres que sonríen en confianza.
El señor de los fierros
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