Mi padre se emborracha más que Bukowski,
solo que no es tan cabrón
ni tan inteligente,
está dormido ahí
en el sofá
con la ropa sucia del trabajo
y con un cigarro consumiéndose,
para qué mentir,
la imagen es patética.
Lo quiero y me da pena,
no ha tenido suerte
ni con mujeres
ni con el empleo
ni con el resto de temas,
ya sé cual es mi herencia familiar,
no heredaré su calvicie pero. . .
en fin,
tal vez estoy viendo mi futuro,
al menos espero que mi hijo no escriba gilipolleces.
Mi padre es un tipo amigable,
sin ninguna vergüenza,
la persona más transparente que he conocido jamás,
un aspecto que admiro,
se monta sus películas para explicar la vida,
como todos,
todos llevamos un filósofo dentro,
si lo mojas en alcohol
ese filósofo se vuelve loco por salir,
estos oídos podrían recitar de memoria
cada palabra que dice el viejo,
es un gran tipo.
Suele tener la cabeza medio amueblada
pero su cerebro parece tener un servicio de mudanzas
contratado en cualquier antro del barrio,
la fuerza de atracción que posee un bar
debería ser estudiada por los mejores científicos,
cada ser que se enchufa a la botella
se transporta a otro lugar lejano del universo,
la botella es una especie de agujero de gusano.
Mi padre bebe más que Bukowski
pero sin mi padre yo no hubiese sido nada,
puedo estar orgulloso de quien me ha creado
y creo que él puede estarlo de su creación,
a pesar de algunas discrepancias,
ojalá le queden muchas borracheras,
porque no creo que ese perro viejo
aprenda a estas alturas
nuevos modos.