Y oí como en el bosque umbrío
crujía el vago sonido
de un árbol golpeando la tierra.
Y pense, solo yo habre sentido,
el lamento final y sombrío
de esa torre y su pobre nido?.
Me acerque cauteloso
como el ciervo se abreva en el río,
miré y ví un espacio vacio alrededor.
Como un triangulo de las Bermudas,
un magnético esfuerzo
atraía toda vida hacia el suelo.
Corrí porque empezaba a sentir el vértigo,
la atracción que devora la vida.
Según mas me alejaba
mas cálido y puro era el día.
Atrás todo era desolación y crepúsculo
y una niebla que emponzoñaba
el hálito fresco del río,
brotaba de aquel horrible sitio,
como si dentro algo hirviera.
Cuando llegue a la seguridad de un risco
donde brillaba el sol
con mas quilates que el oro,
desperté y pensé, allí estaba el infierno.