No hay motivo
y no hay forma,
para no ver en esta vida
unas pinceladas de mis sueños,
en este mundo distorsionado
por las voces de la demencia.
Esos sueños que ahora son una extensión de mi alma,
encarnados en cada idea,
ahora son parte de mí
o yo soy una efímera parte de un sueño.
Si son cenizas, se avivan con mis derrotas,
y se elevan con mi ilusión.
No hay motivo y no hay forma,
para no trazar un sueño,
tal vez lo he gritado mil veces,
pero mi destino está escrito,
estuve ahí cuando sucedió,
en una tarde de septiembre,
en una mente en blanco,
con una vieja pluma,
dibuje un sueño,
que ahora entra y sale,
por cada arteria del corazón.