Latir mi corazón una noche sentí:
Esbelta niña con gracia corría,
Náyade que, desde Francia, su belleza vertía.
Yerto mi corazón, ante su fuego sucumbí
Abierta la herida, mi sangre fluía.
¡Lénya, Lénya, Lénya…!
Labios repletos de pasión carmesí.
Estrellas gemelas su mirada envolvían.
Negro cabello ligero la brisa mecía:
Yugo gozoso a cuya vista me rendí
Ahogándome en la espesa negrura que la seguía.
¡Lénya, Lénya, Lénya…!
Lucía en su piel el alba sin partir.
Escuchaba las palabras que en mi mirada leía.
Nadaba como una ondina divina.
Yacía toda la esperanza dentro de sí.
Alada su alma se veía si sonreía.
¡Lénya, Lénya, Lénya…!