Una nostalgia tierna y elegante,
sin estridencias, libre de rencores,
una mirada dulce e inquietante
donde a la ronda juegan los amores.
Un corazón que luce delirante.
Un ingenioso discurrir de flores
en sucesión de aromas del levante
en plenitud de intensos resplandores.
Una sonrisa apenas esbozada
con exquisitas pinceladas bellas
y una redonda luna platinada
emperatriz de todas las estrellas.
Trazan su historia bien configurada
luces y sombras, rayos y centellas,
huellas de lágrima recién brotada
como lo efímero que son las huellas.
Tiempo de amar, romance renovado,
evocación del tiempo peregrino.
Molde deshecho más por el pecado
que por los avatares del camino.
Sueños de luz, anhelos ardorosos,
sed insaciable de árida llanura;
paso obligado por los tumultuosos
lindes oscuros de febril locura.
Tristes paisajes otoñales, pálidos,
entre monólogos sin derroteros.
Versos hambrientos, lúdicos, escuálidos,
uniformados como prisioneros.
Cuestionamientos, dudas, añoranzas,
necesidad de amar y ser amados
y en un constante juego de esperanzas
danzan y gimen los enamorados.
Heriberto Bravo Bravo SS.CC